Como buen educador canino inicialmente no pensaba dedicarme a esto, fue algo vocacional que nació y que no ha hecho más que seguir desarrollándose.

Cursé estudios de artes gráficas y diseño en Madrid pero al volver a Santiago de Compostela rescaté a Kali (Simoneta en el refugio de Bando), no sabía en aquel momento que iba a conocer a mi alma gemela y que iba a cambiar mi vida para siempre. Me sentí tan afortunado de tener esa relación y de haber podido generar ese vínculo siendo todavía un absoluto ignorante en la materia que sabía que mi propósito tenía que ser poder ayudar a los demás a vivir esa experiencia, para mí, la experiencia más importante de mi vida.

Así fue que comenzó mi andanza en el aprendizaje de la educación canina y del mundo del perro, leyendo libros, yendo a seminarios y trabajando en otra escuela de educación canina durante 2 años conseguí el aprendizaje con el que atreverme a dar el salto a dedicarme exclusivamente a ello.

Otro evento fundamental en llegar a crear Budadog ha sido el conocer el Budismo Tibetano y la práctica de la meditación. Como dicen los maestros “meditar es el mejor regalo que te puedes hacer”. Alguna intuición me decía que había mucho de meditación en la relación con el perro pero que no sabía unir hasta que conocí la escuela Thinkdog, fundada en Italia por Angelo Vaira. También él es budista, meditador y lleva más de 15 años trabajando en la educación canina con un enfoque cognitivo relacional.

Actualmente sigo formándome en la escuela Thinkdog, siguiendo a mi maestro en lo profesional, Angelo Vaira, y aprendiendo día tras día de los perros y las personas que tengo la suerte de ayudar, colaborar o tener como docentes.